RELATOS COMPARADOS DE OTRAS CONJUNCIONES QUE FUERON DOCUMENTADAS POR LA HUMANIDAD.
EL COLAPSO DE LOS CIELOS
( Fuente : Oráculos sibilinos y historiografía apocalíptica)
Desde la Creación, la rotación de los astros ha definido un tiempo cósmico de carácter cíclico e invariable, que constituye la medida de todos los cambios y transformaciones del devenir direccional de los hombres; la literatura apócrifa sostiene que los movimientos recurrentes del cielo, dieron origen al tiempo, para que el hombre administrara sabiamente su vida y no desperdiciara los años que les fueron asignados; desde el nacimiento hasta la muerte, las acciones de esos escasos años existencia, son los que definen la salvación de un ser humano, o su condena eterna.La ruta de los planetas siempre ha sido la misma: su circularidad refleja maravillosamente el orden que la divinidad ha querido otorgar al universo; cada astro en su movimiento sigue la voluntad inmutable de Dios:
«Contemplad toda la obra del cielo: cómo sus luminarias no cambian sus órbitas, saliéndose y, poniéndose todas regularmente, cada una a su tiempo sin transgredir su norma. Mirad la tierra y reparad en la obra hecha sobre ella, desde el principio hasta su consumación, cómo no cambia ninguna obra de Dios mientras se manifiesta. » (Libro I Henoc )
Sin embargo, la ruta de la vida de los hombres es muy distinta; no vuelve sobre sí misma. Como el desplazamiento armónico de los astros sino que sigue un impulso propio, alejándose, la mayor parte de las veces, del que le fija el Creador:
«Contemplad cómo los árboles se cubren de verde follaje y fructifican, advertid todo y sabed que estas cosas las hizo el que vive eternamente; que su obra está presente ante El cada año, y ‘toda ella le sirve ‘no cambia, sino que, como ha decretado Dios, así se cumple todo [ …] Pero vosotros no habéis preservado ni cumplido los mandamientos de Dios, sino que habéis prevaricado y preferido orgullosas y graves palabras por vuestras bocas impuras contra su grandeza. Empedernidos de corazón, no tendréis paz por eso maldeciréis vuestros días, se multiplicará la maldición eterna y no os alcanzará misericordia.» (Libro I Henoc)
La ruta colectiva de la marcha de los hombres a través de las épocas, es la historia; la medida de su duración no es más que la cuenta de los ciclos recurrentes. pero finitos, de los cuerpos del cielo. Cuando esa ruta llega a su término (porque el movimiento que impulsa a los hombres ya no responde a ningún principio de orden divino, sino a la locura de la destrucción), entonces el tiempo culmina: el mundo se ha cansando de tanto sufrir, y da comienzo el proceso inverso a la creación.El primer paso implica la destrucción del sustrato inmutable Que hace posible medir el cambio y establecer la trama de los sucesos: la Providencia cesa su gobierno y deja librado a los astros al impulso de la discordia, la misma que produjo entre los hombres el caos y la aniquilación:
«Al brillar el sol, vieron su amenaza en las estrellas, y entre los relámpagos, la terrible cólera de la luna; las estrellas estaban preñadas de guerra y Dios las empujó a combatir.» (Oráculos Sibilinos libro 7º)
Todos los cuerpos celestes inician una batalla gigantesca que hace añicos el reloj cósmico; a partir de ahora, las rutas regulares del tiempo se disuelven y los momentos se trastocan anunciando a la última generación humana, que el devenir es irreversible, que la historia ha llegado a su fin. y que se avecina el juicio eterno.
«El anillo de la luna se torno bicorne; el Lucífero sostuvo la batalla, subido sobre el lomo del León, Capricornio golpeó el tendón del joven Tauro y Tauro dejó a Capricornio sin el día de regreso. Orión alejó a Libra para que nunca ya quedara; la Virgen, situada en Aries, cambió su suerte con la de los Gemelos: la Pléyade ya no brillaba, y la Serpiente rechazó su zona, pero los Peces se introdujeron en el círculo del León; el Cangrejo no permaneció en su sitio, pues tuvo miedo de Orión: el Escorpión hizo pasar su cola a través del agreste León y la Canícula se escurrió de la llama del Sol; la fuerza del poderoso Faeno prendió fuego al Acuario.» (Oráculos Sibilinos libro 5º)
La magnitud de esta catástrofe no tiene paralelo con las que vaticinaban las historiosofías griegas y orientales, puesto que para estas últimas, luego de toda perturbación cósmica. la vida renace y el orden vuelve a instaurarse. Para los oráculos, sin embargo, hay un momento en que el orden que regía a las cosas inanimadas se disuelve, y el caos se desata para poner fin a todo lo que exista
«El propio cielo se puso en movimiento, hasta que agitó a los combatientes; e irritado los arrojó derribados por tierra. Entonces, rápidamente, tras golpear sobre los baños del océano, prendieron fuego a toda la tierra; y el éter se quedó sin estrellas» (Oráculos Sibilinos libro 5º )
Bibliografía de consulta: Apócrifos del Antiguo Testamento Madrid
Ediciones Cristiandad, 1987, Tomo III’
