Benito Arias Montano nació en 1527 en Fregenal de la Sierra, un pueblo de Extremadura. Sobre su familia y su juventud no tenernos más que unas pocas referencias. Por la «Información para entrar en la Orden de Santiago» instruida en 1560, cuando Arias solicitó el ingreso en la misma, sabemos que su padre ejerció el oficio de «notario del Santo Oficio”.
Transcurría el mes de Junio de 1576 cuando Benito Arias Montano era llamado a ocupar el cargo de Bibliotecario Mayor en la Real Biblioteca de El Escorial, fundada hacía sólo once años.
A nadie le resultaba desconocido su nombre y su pasado le distinguía como uno de los hombres más notables de Occidente y acaso también como el primer baluarte de la segunda parte del Renacimiento en España. El mérito de la labor del ilustre humanista había traspasado las fronteras y su figura era reconocida intencionalmente. No sólo se asociaba su nombre a la Biblia Políglota de Felipe II, sino que su actuación como genial mediador político entre la Corona y Flandes había salvado en ocasiones situaciones insostenibles, social y políticamente.
Ilustre Bibliotecario, Doctor en lenguas semíticas, Consejero de Felipe II, sabio universal de la talla de Herrera y Llull y autor de más de cien obras. Existe constancia de que ya a los veintiún años había leído las obras de Erasmo, todavía sin prohibir. En 1550 cursa estudios en la renombrada Universidad de Alcalá, cuyas cátedras de estudios hebraicos gozaban de un gran prestigio y reconocimiento.
Entre sus muchas obras encontramos la mas cercana a la meditación nemónica (arte de la memoria) que es MONUMENTOS DE LA SALUD DEL HOMBRE, o (HUMANAE SALUTIS MONUMENTA), así como la estructura iconográfica de la Biblioteca están confeccionadas para mejorar desde la práctica de Nemónica el acceso a la trascendencia espiritual, la astrología cumple un papel importantísimo en esta vía, así como la cantidad de textos de astrología que atesoró en sus fondos recogidos en parte en la publicación que abajo adjuntamos su tapa. La importancia para el astrólogo del estudio de la Teología es la consecuencia de haber conocido previamente la ley natural que nuestro bibliotecario conocía perfectamente al igual que su mentor el Rey eran los seguidores del arte de la memoria, sistema impulsado en el debate de la ideas herméticas y neoplatónicas, que solo el cristianismo católico estudió y puso en valor como debate de las ideas teológicas, dentro de la tradición cristiana, dando justificación así al uso de las imágenes como motores de inspiración del intelecto para conducir al alma a la eternidad. Esta es la razón por lo que muchos astrólogos de renombre, al final de su vida abrazaran el estudio de la teología y la vida meditativa en el retiro de un monasterio al servicio de alguna regla monástica, o a una finca alejada de las urbes y rodeadas de naturaleza, buscando el camino de la mística para alcanzar la trascendencia.


