Nacido en Figline Valdarno, Florencia, 19 de octubre de 1433, murió en Careggi, (Florencia), el 1 de octubre de 1499. Fue un sacerdote católico, filólogo, médico y filósofo renacentista italiano, protegido de Cosimo de Médicis y de sus sucesores, incluyendo Lorenzo de Medici «el Magnífico». Su padre, Diotifeci Ficino, era médico y deseaba que su hijo también lo fuera, y aunque estudió para ello, sin embargo, “su alma llamaba padre a Cosimo de Medici, que era un médico auténtico, y que como Ficino dirá en sus obras, lo había vuelto a engendrar en el espíritu, alejándolo de Galeno y orientándolo a través de Platón hacia la cura de las almas”1. Goivanni Corsi, casi contemporáneo de Ficino, escribe una biografía sobre él donde habla de que siempre mantendrá sus habilidades como médico, y cómo los Medici le consultaban ante culquier problema de salud. Además, al igual que su padre, era generoso y reacio a cobrar a sus pacientes, lo que le hizo vivir momentos de precariedad. Cuidó a sus padres hasta la muerte de éstos y dejó su patrimonio a sus hermanos. A unos de sus sobrinos lo empleo de escribiente, mostrando una generosidad poco corriente en una época donde Florencia estaba gobernada por los Medici, los hombres más ricos de Europa en el siglo XV. Ficino se sentía especialmente ligado a Cosimo que, no sólo fue un hombre exitoso como banquero y comerciante, sino que era un “hombre de visión” lo que le llevó a restablecer en Florencia las glorias del pasado clásico, creando un nuevo Renacimiento, rodeándose de hombres como Donatello, Filippo Lippi (escultor), Fra Angelico y otros.

Defendió a Lorenzo de Medici ante una tentativa de asesinato, pero su relación con él no fue tan armónica como lo había sido con su abuelo Cosimo en cuanto que lo consideraba menos fuerte y más frívolo. Sin embargo, Corsi en su biografía, explica que se fortaleció la relación al final de la vida de Ficino. Un hombre muy querido por los florentinos, a los que amaba y al que la generosidad de Cosimo de Medici, benefició hasta tal punto que le regaló una finca para que pudiera llevar una vida tranquila dedicada a sus prácticas espirituales y donde poder escribir su magna obra.

La formación de Ficino provenía del estudio de los textos peripatéticos, bajo las enseñanzas de su maestro Nicolo Tignosi da Foligno, que era un médico y filósofo aristotélico. Sin embargo, Ficino enseguida mostró un gran interés por la obra de Platón, que él consideró como la encarnación de la divina sabiduría. La lectura de los opúsculos herméticos ocupó gran parte de su formación que luego llevó a su vida y las versiones latinas de éstos fueron muy apreciadas en su época (Siglo XV). En ellos presenta al hombre como un ser excepcional, creado por Dios e imagen viviente de Dios en la tierra, donde se aúnan todas las fuerzas del universo. En su obra, mostraba como utilizar estas fuerzas en provecho propio, que no era otro que el desarrollo del puro amor a través de la sabiduría. Es importante destacar que en el pensamiento de Ficino, filosofar no era la comprensión racional de la experiencia o la invención de instrumentos lógicos o el sentido de comportamiento humano; para él se trataba de que el hombre debía descubrir su propio ser, lo que subyace en él como misterioso y secreto, por medio de una comprensión y sabiduría más allá del saber de la ciencia. Para Ficino, comprender el sentido último de la vida era liberarlo del miedo y la amargura de su condición de ser mortal. De ahí que, en su obra más desarrollada, “la Theologia platónica, sobre la Inmortalidad de las almas” que es su obra maestra, llegue a decir que: “El hombre sería el más desgraciado de los animales que viven sobre la tierra si no pudiese llegar a la certidumbre de su salvación, porque sólo al hombre le ha tocado en suerte, junto con la miseria de su finitud, la angustiosa conciencia de su insuperable limitación Filosóficamente, pretendía una fusión entre cristianismo, platonismo y hermetismo, y esto hizo que tuviera problemas con la Inquisición, que llegó a considerar su pensamiento como un retorno al paganismo y lo mismo sucedió con sus explicaciones astrológicas, que se entendían como una especie de determinismo. Sin embargo, él sólo explicaba estos temas desde la consideración de que la astrología servía para «armonizar» la vida con los cielos desde la perspectiva de la filosofía natural y la observación natural que le acompaña. Para él la única realidad era la consideración del universo como una manifestación del Uno, del Bien, de Dios, En la carta 653 escribe: “Todo el tiempo perseguimos meramente una cosa tras otra, estamos huyendo del Uno mismo, que es todas las cosas. Pero aquél que simplemente busca al Uno miso, en ese Uno pronto lo consigue todo”.

Fue ordenado sacerdote en 1473 y tras una grave enfermedad reconoce en su carta 68 que ya había empezado a escribir su obra, “La Religión Cristiana” y que no volvía a Cristo y María a expensas de Platón, puesto que escribe lo siguiente: “excepto por los autores platónicos, los escritos de los hombres no me ayudaron en nada, pero las obras de Cristo me trajeron mucho más alivio que las palabras de los filósofos”.
Entre sus obras más destacadas se encuentran traducciones del griego al latín de los diálogos de Platón (1484), Plotino (1492), el Corpus hermeticum (1471) y algunos tratados y cartas escritos por el Pseudo Dionisio Areopagita. Los últimos años de su vida los dedicó a escribir un comentario de las Epístolas paulinas, aunque no alcanzó a concluirlo. Así pues, sus obras más destacadas son: Institutiones ad Platonicam disciplinam (1456). De virtutibus moralibus (1457). De quattuor sectis philosophorum (1457). De voluptate (1457-58). De Christiana religione et fidei pietate (1474). Theologia platonica de immortalitate animorum (1474). Liber de Sole (edición de Conchita Morera, Zaragoza 2008). In Epistolas Pauli commentaria (1491). De Amore. Commentarium in Convivium Platonis (según el manuscrito usado para la edición castellana de Tecnos, traducido por De la Villa Ardura, Rocio, Madrid 1594). De vita libri tres, que contiene: De vita sana, De vita longa y De vita coelitus comparanda (1489).

A %d blogueros les gusta esto: